Los niños suelen tener energía de sobra, pero también pueden sufrir fatiga y pérdida de energía. La falta de vitalidad de los niños suele estar relacionada con el cambio de estación, los ritmos del instituto y las diversas actividades que realizan los fines de semana, durante las vacaciones o los miércoles por la tarde. El sistema inmunitario de los niños se activa plenamente en torno a los 7-8 años. Los años anteriores se utilizan para fortalecerlo, lo que explica por qué los niños pequeños son especialmente susceptibles a diversas enfermedades estacionales, resfriados repetidos e infecciones ORL. Sus necesidades nutricionales en vitaminas y minerales son mayores que las de los adultos, y la dieta no siempre basta para cubrirlas.
En la mayoría de los casos, un estilo de vida sano ayuda a los niños a combatir la fatiga y mantenerse en forma durante todo el año. Esto significa, sobre todo, seguir una dieta variada y equilibrada, con frutas y verduras frescas. También es esencial dormir bien y limitar las fuentes de estrés. Ofrecer a tu hijo un tratamiento vitamínico contribuirá a su alimentación y le ayudará a crecer. Las vitaminas son esenciales para un crecimiento sano y un buen nivel de energía.
El calcio y la vitamina D contribuyen al desarrollo normal de los huesos. El magnesio, la vitamina C y las vitaminas del grupo B ayudan a reducir la fatiga. El cobre, el selenio y las vitaminas C y D contribuyen al funcionamiento normal del sistema inmunitario. El hierro contribuye al desarrollo cognitivo normal de los niños. El omega 3 (DHA, EPA) es un constituyente de las membranas celulares, sobre todo en el cerebro, y contribuye a la función cognitiva normal (concentración, memoria, aprendizaje).
Algunos complementos alimenticios para niños combinan vitaminas y minerales con otros ingredientes activos. Por ejemplo, cepas microbióticas (lactobacilos, bifidobacterias) enriquecen la flora intestinal, esencial para lainmunidad. A veces se añaden extractos de plantas. La equinácea mantiene sano el sistema inmunitario y ayuda a mantener sanas las vías respiratorias superiores, a menudo colonizadas por virus, en los niños. El ginseng promueve la vitalidad, ayuda a reducir la fatiga y favorece la forma física. La acerola se utiliza por su contenido natural en vitamina C.
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Para la buena salud de nuestros hijos, pero sobre todo para suplir posibles carencias, los complementos vitamínicos son cada vez más habituales en nuestro día a día. Aunque la salud proviene ante todo de lo que comemos, la alimentación y los complementos pueden complementarse. En primer lugar, a medida que los alimentos se procesan y refinan, pierden vitaminas y minerales. En segundo lugar, los niños suelen sentirse más atraídos por productos con escaso valor nutritivo que por alimentos naturalmente ricos en micronutrientes. El paso al invierno suele ser sinónimo de pereza para los niños. Para evitar que este cansancio se instale y ayudarles a resistir a los primeros virus, les llenamos de micronutrientes.
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