La varicela, una infección vírica frecuente, está causada por el virus varicela-zóster. Altamente contagiosa, se transmite principalmente por contacto directo con lesiones cutáneas o por las gotitas respiratorias emitidas por una persona infectada. Aunque suele afectar a los niños, también puede afectar a los adultos.
Los síntomas incluyen erupción cutánea con picor, ampollas llenas de líquido, fiebre y cansancio general. Estos síntomas suelen aparecer entre 10 y 21 días después de la exposición al virus.
La vacunación es el medio de prevención más eficaz. También es aconsejable evitar el contacto con personas infectadas y lavarse las manos con regularidad.
Aunque no existe un tratamiento específico para curar la varicela, hay varios métodos que pueden aliviar los síntomas. Entre ellos están el uso de lociones de calamina, los baños calientes con avena coloidal y la toma de antihistamínicos para reducir el picor.
Sí, la varicela puede ser más grave en bebés, adultos, mujeres embarazadas y personas con el sistema inmunitario debilitado. Para estos grupos, el consejo médico es esencial.
Es raro, pero posible. Tras una infección, el virus permanece latente en el organismo y puede reactivarse más adelante en forma de herpes zóster.
La varicela se caracteriza por vesículas llenas de líquido y una erupción que comienza en el tronco y se extiende. En caso de duda, siempre es aconsejable consultar a un profesional sanitario.
Los remedios naturales incluyen la aplicación de gel dealoe vera, el uso de miel para calmar la piel y el consumo de infusiones de hierbas para reforzar el sistema inmunitario.
Durante la infección, es aconsejable permanecer en casa para evitar contaminar a otras personas y tomar medidas para aliviar los síntomas. Esto puede incluir llevar ropa holgada para reducir la irritación de la piel.
Sí, en algunos casos la varicela puede dar lugar a complicaciones como infecciones bacterianas de la piel, neumonía o inflamación del cerebro (encefalitis). Es importante vigilar la evolución de los síntomas y consultar al médico si es necesario.
Los primeros síntomas de la varicela suelen ser fiebre y cansancio leve, seguidos de una erupción cutánea. Esta erupción se distingue de otras enfermedades infantiles como el sarampión o la rubéola por sus vesículas llenas de líquido y su inicio, normalmente en el tronco. El diagnóstico preciso por parte de un profesional sanitario es esencial para su correcta identificación.
En caso de varicela, es fundamental evitar ir al colegio o a otras instituciones hasta que todas las vesículas hayan formado costra, con el fin de limitar la propagación del virus. Informar a la escuela y seguir sus recomendaciones también es importante para controlar esta enfermedad contagiosa.
En las mujeres embarazadas no inmunes, la varicela puede presentar riesgos para el feto, sobre todo durante el primer y el segundo trimestre. Puede provocar complicaciones como el síndrome de varicela congénita. Por ello, es esencial que las mujeres embarazadas expuestas al virus consulten inmediatamente a un profesional sanitario.
Sí, en los adultos la varicela suele ser más grave y conlleva un mayor riesgo de complicaciones como la neumonía. Los síntomas, como fiebre y fatiga, pueden ser más pronunciados y la recuperación más larga que en los niños.
Para controlar el picor intenso, es aconsejable utilizar cremas a base de calamina, antihistamínicos si es necesario, y evitar rascarse las vesículas para prevenir la formación de cicatrices. Los baños calientes con avena coloidal o bicarbonato de sodio también pueden ofrecer alivio. Es importante mantener las uñas cortas para reducir el daño causado por el rascado.